IV.
“Aunque en épocas anteriores
eran directos al hablar sobre la muerte
pero reticentes a hablar de sexo,
hoy en día, somos locuaces
hasta el aburrimiento hablando de sexo,
pero reticentes a hablar de la muerte
como un hecho de la vida”
George F. Will, Premio Pulitzer.
Retratos sesgados y caricaturescos de Adanes y Evas actuales made in Chile
( en sintonìa con la existencia planetaria )
Recientemente
salidos del quirófano, él con un bay pass gástrico que promete reducir drásticamente
el sobrepeso, ella con implantes mamarios para pasar de copa B a copa C y
elevar de tal modo, no tan sólo sus pechos si no también su autoestima; recorren
un mall del barrio alto, embelesados ante el caudal de ofertas y productos.
Atentos a las vitrinas y a sus múltiples objetos y prendas, se ponen en
posición de ataque cada vez que el tumulto, que pasea como ellos atraídos por
las mercancías, amenaza con invadir el pequeño espacio personal que resta para
desplazarse. Tras vivenciar el deleite de la compra, el placentero consumo; se
dirigen al estacionamiento en busca del automóvil, último modelo, recientemente
adquirido. La felicidad disminuye paulatinamente en el intento de escapar del
atolladero de autos que también aspiran a salir del recinto. Nadie les da la
pasada y él maniobra la máquina intentando no darle la pasada a nadie. El
exquisito goce de la compra se diluye en el afluente de emociones negativas que
de ambos se va apoderando y comienza la discusión, la que sea o la misma de
siempre: todo y nada sirve para gatillar la incomprensión, sus resentimientos y agresiones. Por fin en
casa y para pasar el mal rato, ella traga dos ansiolíticos y se prueba los
nuevos pantalones, los nuevos zapatos, el nuevo abrigo. Observa sus senos artificiales
y es feliz nuevamente. Pareciera que el amamantamiento de sus tres hijos y el
natural paso de los años no hubiesen hecho mella. Eso la hace feliz. Mejor aún,
tiene unas tetas que nunca tuvo, es que lo que natura no da o simplemente quita
como ley de la Vida
y de la Muerte ,
cirugía lo vende, lo repara o lo crea artificialmente. Por mientras, él bebe
ron mientras juguetea embelesado con su celular de última generación provisto
de todos los adelantos que ofrece el mercado. Ella piensa en la cantidad de meses que han
pasado desde la última vez que hicieron el amor. Y el lucha por no pensar en la
eyaculación precoz que le atormenta.
Al otro lado de
la ciudad, un hombre y una mujer recorren la población en la que viven en busca
de la droga que borrará angustias y tristezas. Atentos a todos los sonidos,
sobre todo a los más imperceptibles, se ponen en posición de ataque cada vez que detectan cualquier señal que
anuncie la irrupción de la policía o un enfrentamiento entre narcos. El niño
que los acompaña come ávidamente de una bolsa con papas fritas bañadas en
ketchup y hace gestos obscenos y rabiosos a los otros niños que se acercan para
pedirle. Una vez drogados, y gastado el dinero que han conseguido en el
día, pueden sentirse felices por un rato
y olvidar la pobreza en la que viven. Pero ella no quiere tener sexo pues hace
mucho que no siente deseo alguno y él se violenta y la golpea. Luego él le pide
perdón, ella lo perdona y consumen el resto de pasta base que les queda. Hasta el siguiente dìa, cuando esta historia de miedo, angustia y evasión se repita. Y hasta el subsiguiente y los que siguen, mientras el cuerpo del niño crece, la obesidad cunde y el alma se hace raquìtica.
Y en otro
sector, después de una extensa jornada laboral que incluye horas extras y
turnos que no respetan las leyes laborales; trabajos éstos que les permiten
endeudarse y así mantenerse dentro del grueso poblacional llamado clase media;
un hombre y una mujer, desolados e impotentes sacan y sacan cuentas para llegar
siempre al mismo resultado: saldo en contra, cansancio, preocupación,
frustración, rabia y pérdida. Cuotas por pagar, cuentas por pagar, préstamos
por pagar. Pero es viernes y acaban de recibir sus salarios. Un buen asado y
muchas cervezas podrán mejorar los ánimos. Embriagados, importará menos que el
no sea cariñoso y sólo quiera penetrarla, nada importará que ella, como casi siempre,
finja el orgasmo.
Todos temen y perviven
en la incertidumbre y en el desconcierto. Como en el Origen.
Estas tres mínimas narraciones ponen de
manifiesto, tras siglos de inhumana civilización, el resultado, aquí y ahora, del sistema dominador, desigual y jerarquizado que vimos nacer
en el sanguinario paso desde la prehistoria a la historia. Sin embargo, hay un
hilo conductor que no distingue clase económica y que nos sigue conectando con
nuestro origen como especie sin discriminación alguna, como si el vasto tiempo
que nos separa de ello, no hubiese pasado: muerte, erotismo y miedo. La premisa fundamental de este Ejercicio de Ensayo ( establecida en las entregas anteriores): el miedo la Muerte es la raíz de todos los miedos. Para no
sentir a la muerte en la propia vida, para arrancar del miedo, se recurre a la
evasión utilizando el consumismo exacerbado, los fármacos, el alcohol y las
drogas. Y, viviendo en un mundo que ofrece un constante estímulo sexual, nuestro
erotismo presenta recurrentes disfunciones y no nos entrega, según las estadìsticas a la mayoría, el placer sagrado
que le es connatural.
Si algo define a Occidente hoy, esto es: el anhelo de dar
muerte a la Muerte.
Desterrada ha sido de la Vida , expulsada de nuestro Paraíso Post Moderno.
Podemos aspirar a la inmortalidad por nuestros propios medios. La ciencia y la
tecnología nos avalan. Hemos dado muerte a nuestros dioses animales, a nuestra
Diosa Madre y conservamos en grado emérito a un Dios Padre cada vez más
insuficiente para aplacar el pánico de sus creaturas. Hemos llegado a la luna,
internet modifica el tiempo y el espacio, la medicina guerrea cada vez con más
armas en contra de las enfermedades, se descifran los secretos del adn y así
como se aspira a derrotar a la muerte se puede ya, crear y clonar vida. Estamos atiborrados de objetos, productos y servicios para
facilitar el diario vivir y se despliega ante nosotros un mercado que ofrece soluciones,
comodidades, lujos y entretenciones; si bien la inequidad cunde, las circunstancias de nuestra subsistencia han
cambiado de manera contundente, la civilización ha conseguido mejoras considerables
e impensadas. Sin embargo, la lucha primigenia por
la sobrevivencia, hoy representada en la obtención de dinero para acceder a
todo ello, continúa ejerciendo un feroz impacto sobre la interioridad humana.
Dicho impacto no ha sido atenuado por ninguna de las grandes conquistas ni
cognitivas ni materiales ni tecnológicas de nuestra sociedad, tampoco nos han
brindado mayor tranquilidad y amparo. Por el
contrario, el sistema en el que estamos insertos, puede ser tanto
o más atemorizante, belicoso y desgastador que el cavernícola y continuamos
viviendo con la sensación de estar bajo una inminente y perseverante amenaza. Las
construcciones ideológicas y socioculturales; los sistemas religiosos,
políticos y económicos que se han ido alzando durante siglos, no han podido
superar el trauma emocional de nuestro origen y, por el contrario, parece que
todo el esfuerzo civilizatorio de la humanidad, ha sido a costa de acrecentar
el Miedo Primigenio llegando, hoy por hoy, a un punto máximo de tensión.
Nota: con este post, retomo la entrega de mi Ejercicio de Ensayo. He de decir que la lectura y los aportes de todos aquellos y aquellas que leyeron y comentaron los textos anteriores de ¿Cual es la Madre del Cordero?, han sido de una importancia radical en correcciones, mejorìas y aprendizajes. Gracias infinitas!!!!. El resto de este Ejercicio se encuentra en las Etiquetas/Ensayo.