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sábado, 2 de febrero de 2013

La bolsa Y la Vida.


Tras haber sido expulsada del edén, tomó su cartera, echó unas cuantas manzanas y se largó. Quizás se le quedó la hoja de parra pero la cartera no. Y probablemente en ese instante miró a la serpiente, deshollada se la imaginó y fraguó la idea de un nuevo modelo con su pellejo provocador. Difícil concebir que esta Eva anduviese por la existencia sin este adminículo femenino por antonomasia,  aunque fuese para echar hojas y guijarros cono hacen las niñas/os, aún más a la hora de salir del que era su hogar ,para ganarse el pan con el sudor de su frente. 

La innata condición "faber" - fabricante, hacedor de cosas - de la especie humana, prontamente creó un mundo de objetos que aunaron lo utilitario con lo ornamental buscando que diseño y función se aliaran en su beneficio, satisfaciendo así necesidades de toda índole. La construcción de civilización y cultura si bien se enraiza en paradigmas inmateriales, evidentemente se sustenta y encarna en productos concretos. Cabe conjeturar que ya en los orígenes nómades contar con "algo" que permitiese trasladar lo recolectado, transformó a ese bolso o alforja o cartera primigenia en un artículo de primera necesidad que, a partir de ese momento, nos acompañó en la construcción de nuestra historia y del cual, la mujer se fue apropiando, hasta hacerlo parte de su más íntima y cotidiana identidad. Evidentemente su funcionalidad explica este apego, sin embargo éste trasciende con creces el mero uso que de ella hacemos. Baste ver -si es que te lo permite- que lleva una mujer en su cartera, para acceder a un conocimiento que excede lo pragmático y lo doméstico. Nuestro género se expresa allí en todas sus diversas gamas, en lo que nos asemeja y en lo que nos diferencia. Las carteras de las Evas son tan disímiles, variadas y versátiles como nuestros cuerpos, rostros y temperamentos. Como nuestra crianza, nuestro suelo natal, nuestras creencias, nuestra raigambre social y económica. Las hay para distintas ocasiones, artesanales o industrializadas, de innumerables tamaños, formatos y materiales, y siempre tenemos alguna que es la regalona aunque no sea ni la más nueva ni la más linda ni la más fina. Se puede tener una por un poco más de lo que vale un kilo de pan y existen otras que cuestan más que el sueldo de la mayoría.

Para descubrirnos en virtudes y pecados nada mejor que hurgar en nuestras carteras, por ello que otras manos la revisen es un ultraje y, aunque tengamos el debido permiso, que las nuestras irrumpan en dicho espacio privado, siempre provoca una extraña y agitada sensación. Es una tragedia que nos "cartereen", lo que en Chile, en el lenguaje del hampa significa robar carteras o elementos guardados en ella sin que la dueña se percate; experiencia ésta última aún más traumática que el vernos despojadas explícita, radical y definitivamente de ella. Eso de constatar más tarde que nos han violado sin que ni nos diéramos cuenta  es altamente perturbador. La amenaza de "la bolsa o la vida" viene a ser una absoluta contradicción en tanto vivir sin bolso es un despropósito imposible y vida y cartera parecen homologarse en el inconsciente colectivo femenino cual arraigada categoría ontológica. Es: la bolsa Y la vida o  inconcebible la vida sin bolsa. 

Prototipos de caracteres y costumbres pueden inferirse según el conjunto de cosas que se albergan en una cartera, la cantidad de las mismas, la presencia de lo innecesario y/o lo imprescindible, la organización o el desorden que en ella reinen. En mi caso particular, cada cierto rato siento la irrefrenable necesidad de ordenarla y limpiarla, suelo acumular papeles, desde boletas a las cuales no daré ninguna utilidad hasta documentos importantes. Ella es el primer lugar al que recurro si se trata de encontrar algo perdido y el sitio más seguro para guardar algo importante. Cuando mi mente se ensucia y se atiborra, el ritual de asear mi cartera pareciera me ayudase para reencontrar el centro. 

Desde su exilio del paraíso hasta la fecha, Eva con su cartera a cuestas,  ha recorrido muchos caminos, ha sufrido fuertes dolores, abusos y pérdidas, ha parido seres que perpetuan la especie, ha sido quemada en hogueras, discriminada y ninguneada,  se ha transformado y ha provocado enormes transformaciones, ha luchado, se ha empoderado e independizado y  así, hoy por hoy, ya no sólo es dueña de su bolsa personal si no también maneja carteras de clientes, carteras de proyectos y carteras ministeriales.

Nuestra cartera siempre tiene una doble faz, una dual significancia que la define: es un contenedor a la vez que también es lo que contiene. Cuando decimos "mi cartera" señalamos no sólo su aspecto físico, lo que ella es independiente de nosotras, también nos indicamos a nosotras mismas en tanto somos las pertenencias que ahí guardamos, desde lo que cada cual considera indispensable para el día a día, hasta fetiches de nuestro mundo emocional, nuestras vivencias y afectos. Quizás esta naturaleza contenedor-contenido, reminiscencia uterina de nuestra psique, explique la honda ligazón que tenemos con este objeto.

28 comentarios:

Katy dijo...

Divertida disquisición sobre un objeto cotidiano y variado. Es cierto que su contenido habla de su dueña porque son inseparables.
Últimamente desde que hay tironeros no suelo llevarlo a menudo porque si me lo quitasen efectivamente es como la vida propia.
Me ha encantado.
Bss y que sigas disfrutando de la vida:-)

Mari-Pi-R dijo...

Creo que la cartera o el bolso refleja la personalidad de uno mismo, ya que cada uno hace uso de ello indistintamente, bonita reflexión, un abrazo

Tracy dijo...

Me ha encantado tu tesis doctoral sobre la cartera, sí no te rías existen tesis doctorales menos contundentes que lo que tú has escrito. Llevas toda la razón al hablar de nuestra intimidad contenida en ella, a veces preferirías que te quitaran la vida y no la bolsa.
Un abrazo.

emejota dijo...

Hacía tiempo que no te sentía, claro que también anduve complicada. Te ha quedado bien la tesis, tras leerla acabo de comprobar la importancia suma que le doy al contenido y no al continente, porque no utilizo cartera al uso. Por ciertos sitios llevar una puede resultar altamente peligroso, mejor inducir a la confusión. Bss.

Adriana Alba dijo...

Como me gustan, tengo muchìsimas, de diferentes tamaños y colores, de diferentes texturas...son una especie de agujero negro donde cabe todo nuestro universo.
En la Edad Media no sólo los hombres y las mujeres llevaban bolsas colgadas del cuello o del hombro, también las divinidades como Mercurio, el dios del comercio, eran representadas con una bolsa de mano.
Es que Mercurio era un Dios alado, mensajero de buenas noticias...como no iba a lleva una bolsa?
Tu estupendo texto y la idea de contenedor-contenido pone de manifiesto que cada mujer como cada cartera, es un mundo aparte.

Besos dulce Eva.

Natàlia Tàrraco dijo...

Buena reflexión sobre la dependencia de la cartera y la mujer. Por acá lo llamamos bolso que cartera es donde va la parte monetaria, poco o mucha.
Esa Eva y el bolso de sierpe llevaba la impronta del pecado original femenino ligado al bolso, parte casi de su anatomía desnuda menos una ridícula hoja.
Impongo mi derecho inalienable de no declarar contra mí misma exponiéndome al cacheo de mi bolso.
Hay y ha habido hombres embolsados, el más famoso ese ogro, hombre del saco come niños.
Magistral exposición de la relación humana con los objetos del deseo y del secreto.
Besito contento por leerte.

Nieves Martín dijo...

Mucho ha recorrido Eva desde aquel momento que escapó del edén con tu cartera...
Por fin podemos decir que la cartera solo le pertenece a ella aunque a mucho le cueste asimilarlo.

Tu reflexión es fanática y nos invita - al menos a mí- a seguir la reflexión...

Besos Eva :D

Antorelo dijo...

En esto de los maletines, todo sigue igual.
Saludos

Ambrosía ignota dijo...

Eva

Sabes, fue genial observar como nos llevaste de un lugar a otro. Es una buen versión de la realidad, después de aquel evento.

Me ha gustado estar, siempre te leo de una, fluida y sensata.

abrazote

Igor dijo...

Caramba, entre el cuento, la filosofía y la historia (de la mujer), ¡y ameno! Te felicito.
Desde que tengo uso de razón sostengo que el bolso de una mujer encierra, en realidad, un agujero negro.
Si no, como se explica tal cantidad de objetos...
Faber. Es verdad. No había caído, mira.
Saludos.

omar enletrasarte dijo...

he descubierto porqué son tan complejas las damas, no por el contenedor, sino por el contenido
saludos

Manolo dijo...

El cofre del tesoro.

Mi primer tesoro fue una colección de chapas de botella con las que jugábamos a sacar de un círculo con una suela de zapatilla, mi madre cansada de remendar bolsillos agujereados por las chapas, me fabricó una preciosa bolsa de ropa, la bolsa crecía a reventar o enflaquecía al ritmo de mi fortuna en el infantil juego, pero nunca la perdía de vigilancia, que con los tesoros nunca se sabe. Cuando paso el momento de las chapas, por la bolsa pasaron otras colecciones, la pieza más valiosa que pasó por ella fue un presunto colmillo de serpiente, lo de presunto lo es ahora, entonces no cabía la menor duda.

Por efecto del almanaque he tenido algunos cofres del tesoro más, pero aquel saquito recosido que contuvo un colmillo de serpiente, una vértebra de perro, tres canicas y unos cuantos arrugados cromos de futbol, no lo pudo reemplazar ninguno. La bolsa y la vida.

Un fuerte abrazo

Unknown dijo...

He llegado aquí desde facebook, en visita de cortesía para agradecer el honor que me ha hecho allí... Pero me he enamorado de este blog. Ya no quiero hacer otra cosa que quedarme aquí, cautivo de sus letras y de su inconmensurable autora.
Muchas gracias Eva.

Mista Vilteka dijo...

Te digo, la imagen tiene un contenido tan divertido como simbólico. ¿Hay un proceso de búsqueda infantil, de búsqueda de esa sensación que sólo asociamos con los niños en la relación mujer y bolso? Me inquieta un poco frases como 'el bolso habla de la mujer' pues toda maleta habla algo del viajero y por extensión, todo objeto dice, se desdice, de su dueño.

Yo buscaría, mejor, alguna ruta sociológica (y sobretodo, para el inicio de la ruta antropológica) en esto que planteas. ¿Hizo la recolección de alimentos mella en esta relación que parece inseparable pero que, de hecho, es separable? La versión masculina bien podría ser el portafolio. ¿Damos profunidad a este símbolo gracias, entre otras, a que los pantalones femeninos carecen de bolsillo con suficiente espacio y completamente sin espacio?

Ah cómo me hacía falta pasar por acá.

¡Un abrazo! :)

F:
http://mistavilteka.blogspot.com

Belén Rodríguez dijo...

Nuestra cartera , o bolso, se encuentra en ese espacio super íntimo al que sólo se puede acceder con el permiso expreso de una misma.
Parece algo trivial pero, la realidad, dice otra cosa.
Se trata de un santuario donde viven muchos de nuestros recuerdos, nuestras metas y nuestra forma de ser.
Personalmente me cuesta abandonar uno en favor de otro nuevo... es como si perdiese mis raíces y las trasplantara a otro lugar.
Un besito.

Rud dijo...

Ciertamente mi estimada Eva las mujeres podemos olvidar cualquier cosa menos el bolso.
También es real que el bolso, cartera, morral, mochila, o lo que sea que una mujer acostumbre llevar para cargar sus cosas nos pone una especie de sello; nos distingue o nos pone simplemente en el montón.
Muy interesante, muy entretenida y muy acertada tu reflexión.
Feliz carnaval

Unknown dijo...

!Hola,eva,preciosa!

Pienso q es un soporte,en el q tenemos de todo para no pasar desapercibidas.

Me ha gustado mucho tu post.Muchísimos besitos,eva

Rossana Hasson Arellano dijo...

Me ha encantado encontrar tu espacio,
dejo saludos.
Te llevaré a mi blog, para no perderte la pista.

Amapola Azzul dijo...

Interesante reflexión, interesante entrada.

Besos,grcias por tu visita a mi blog.

Saludos .

Char dijo...

Sorprendido gratamente, la primera vez que leo algo tan singular.
Gracias por tu saludo, te dejo el mío.

Buen jueves

Luis de Burg dijo...

fuera de considerarme machista, creo yo que la cartera o el bolso femenino es una cosa que no debería de existir, aunque por el bien de la moda, es un extra que muchas veces adorna a la mujer y coloca su feminidad en grados insuperables, hasta la hace ver coqueta y en ocasiones hasta hermosa, desde juvenil, decente, pícara, madura y de oferta, pero luego cuando uno no está posando para una revista o caminando en una pasarella, para qué sirve si ya todo lo que usan las fñeminas cabe en un bolsillo cualquiera, desde el movil, una billetera para llevar documentos, tarjetas o el dinero, dos toallas higiénicas por si se presentara alguna emergencia (ahora son tan delgadas que ni se notan), un poco de papel higiénico para secarse y aún queda un bolsillo libre por si deseas llevar un lápiz labial por si necesitas besar... yo al menos adoro a las mujeres sin cartera, porque se ven prácticas y modernas, sin ataduras de la moda o al qué dirán, libres de complejos, dudas y culpas....

Cecy dijo...

Interesante, porque he pensado en variadas épocas: cuando la cartera eran mis bolsillos, cuando esos bolsillos pasaron a ser mochilas y ahora que tengo varias y solamente le pongo lo que necesito en el día.
Cada cartera, bolso, mochila o como mas nos guste llamar, marcan distintos momentos que vamos transitando también.

Un abrazo.

Carlos Augusto Pereyra Martínez dijo...

La cartera es la mujer. Cierto. La identifica. a prtir de lo que contiene, no importa lo nimio que lleve adentro. Por ahí, rueda una frase que expresa que la cartera es el alma de la mujer, y para complementar, se explaya en que entra en la cartera de una mujer, y en sus cosas, está su ser. UN abrazo. Carlos

R.D.Network dijo...

Hola Eva!
En mi blog hay un premio para ti y para este blog, que tan bien llevas adelante... Puedes pasar a retirarlo cuando así lo desees.
Besos!


RoB


R.D.Network dijo...

Hola Eva!
En mi blog hay un premio para ti y para este blog, que tan bien llevas adelante... Puedes pasar a retirarlo cuando así lo desees.
Besos!


RoB


mateosantamarta dijo...

Supongo que ahí llamáis cartera a lo que aquí llamamos bolso. Yo me acostumbré hace unos pocos años a llevar un macutito de esos pequeñitos y también ahora me resulta imprescindible. Lapiceros, bolígrafos, tarjeta de transporte, un libro, un cuadernito, medicinas...No sólo a vosotras se os puede retratar por el contenido del bolso o cartera.
Muy bien planteado el tema, Eva. Como siempre, un placer leerte. Besos, amiga.

taty dijo...

Me he entretenido y me reído mucho con tu post porque soy una fanática de las carteras.

Saludos.

Acero Bogotà dijo...

Un espacio propio,un espacio acompañado de la magnifica soledad.